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martes, 18 de mayo de 2010

RIP Ian Curtis





Parte del público estaba asustado. Sobre el escenario, aquel joven se convulsionaba de manera extraña. Daba miedo. Tenía la mirada perdida, y agitaba los brazos nerviosamente al ritmo de la música.

Joy Division era un grupo extraño. Y entre sus muchas rarezas se encontraba la fascinación por la estética nazi, algo que compartieron con muchas bandas de la época, que encontraban en ello una forma de provocación. La década de los setenta tocaba a su fin, y el efímero fenómeno punk pedía a gritos una renovación interior, un soplo de aire fresco. Y aquel extraño joven y su banda estaban dispuestos a poner su grano de arena.

Puede que algunos pensaran que había algo de pose en la actitud de Ian sobre las tablas. De ser cierto, eso sólo respondería a una parte de la realidad: Curtis padecía epilepsia, una enfermedad que había contribuido a reforzar lo introspectivo de su carácter y cuyos síntomas fueron su principal inspiración para su manera de bailar. Tal era su entrega, que sus habituales desmayos eran confundidos a menudo con parte del espectáculo.

Nacido en Manchester el 15 de julio de 1956, Ian Kevin Curtis había demostrado desde muy joven unas cualidades innatas para la poesía. No en vano, su talento le procuró una beca en la prestigiosa The King’s School, donde fracasó rotundamente.

Decidió entonces centrar sus esfuerzos en la música, dando forma a unas composiciones que destilaban un pesimismo romántico, un halo oscuro que reflejaba un nada disimulado sufrimiento interior. Curtis era un alma perturbada, frágil e inestable. Y como tal, parecía destinado a morir joven y de manera trágica.

La fascinación de Curtis por la muerte se había ido acentuando con el paso del tiempo. Su tormentoso matrimonio con Deborah Curtis, con quien se había casado a los 19 años, su relación extramatrimonial con la belga Annik Honoré y su desastrosa labor como padre desembocaron en una crisis personal que lo llevó a encerrarse en sí mismo y en sus propias letras.

Poco antes de que Closer, el segundo disco de la banda, viera la luz, y cuando Joy Division estaba a punto de embarcarse en una gira por EE UU, Curtis se ahorcó en la cocina de su casa de Manchester. En su tocadiscos giraba The Idiot, el álbum más introspectivo de Iggy Pop. Sus restos se enterraron bajo el epitafio Love will tear us apart (El amor nos desgarrará), el título de su canción más popular y el resumen trágico de su corta vida. Tenía 23 años.



Cover por The Horrors de No Love Lost:






Love Will Tear Us Apart, en mi opinión, su mejor tema:


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